El mensaje, escrito en alemán, decía: "Mi nombre es Frank y tengo cinco años. Mi padre y yo viajamos en un barco a Dinamarca. Si usted encuentra esta carta, por favor, escríbame de nuevo, y yo le contestaré de vuelta a usted". En la esquina superior estaba fechada el 7 de septiembre de 1987.
"No me lo podía creer, casi no recordaba ese viaje a Dinamarca", cuenta Frank. Sin embargo, gracias al sistema primitivo y romántico de mandar mensajes en botellas tiradas al mar, los dos protagonistas de la historia pudieron conocerse a través de una videoconferencia.
Sin embargo, Daniil no cree que la botella pudiera estar en el mar durante estos casi 24 años: "Probablemente llegase a la orilla rusa y quedase ocultaba bajo la arena todo este tiempo", hasta que fue encontrada en Curonian Spit, una duna de 98 km que separa el lago Curonian de las costas del mar Báltico, y también Rusia y Lituania.
Aunque haya pasado casi un cuarto de siglo, Frank dice que va a mantener su palabra y que escribirá a Daniil, la persona que encontró su mensaje. "Es una historia estupenda". Según afirman ambos, quizá un día lleguen a conocerse en persona.